El cambio climático es, sin duda, el mayor reto que la humanidad tiene que afrontar los próximos años. Ya está provocando cambios físicos, y las consecuencias alcanzan sistemas productivos, a la disponibilidad de recursos y al equilibrio social en el planeta. El cambio climático afecta, por tanto, a la seguridad y a la viabilidad de la sociedad humana.

Resulta pues evidente tomar medidas para reducir las emisiones de GEI y, de este modo, mantener su concentración en la atmósfera en unos niveles que, aún produciendo las ya inevitables alteraciones del clima en la Tierra, mantengan éstas en unos niveles compatibles con las actuales condiciones de vida.

Así, una de las conclusiones de la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático celebrada en Copenhague el pasado diciembre es la necesidad de mantener el incremento de la temperatura de la tierra por debajo de los 2ºC.

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Foto realizada por Manuel Javier Vázquez, de Telvent, para el I Concurso de Fotografía de Abengoa sobre Desarrollo Sostenible

El problema es mundial y necesita soluciones de carácter global. Por tanto, no es suficiente con que un país reduzca sus emisiones, sino que es necesario controlar y reducir las emisiones que se producen en el conjunto de todos los países del mundo. Es imprescindible que se tomen decisiones a nivel global, que permitan que el desarrollo económico en los próximos años esté acompañado de una reducción global de las emisiones de gases de efecto invernadero. En definitiva, que permitan un desarrollo sostenible.

En este terreno, el papel de los gobiernos de todo el mundo es doble. Por una parte, se requiere de ellos la capacidad de alcanzar acuerdos internacionales que permitan reducir las emisiones de GEI de una manera progresiva, equilibrada y justa, en una situación en que las emisiones son de muy distinto nivel en los diferentes países. Es preciso que los países que han alcanzado un mayor nivel de bienestar y generan más emisiones sean los que afronten mayores niveles de reducción; y se exige a los más retrasados que recorran de forma diferente el camino que otros recorrieron para su desarrollo de la manera más cómoda y rentable.

Por otra parte, los distintos gobiernos han de promover, cada uno en su propio país, un marco legal que conduzca a la correspondiente reducción de emisiones. Esto obliga a evaluar las emisiones de GEI producidas por las actividades de empresas y ciudadanos, y a internalizar en los costes de los diferentes productos y servicios los efectos negativos de estas emisiones. Los actuales sistemas de comercio de derechos de emisión no son más que un balbuciente mecanismo en esa dirección que requiere una profunda modificación para que pueda ser efectivo.

Las emisiones de GEI son producidas por el consumo de combustibles fósiles, y no puede producirse una reducción significativa de emisiones de GEI sin un cambio en el modelo energético que da lugar a estas emisiones. Mantener el actual modelo basado en que más del 80% de la energía que se consume en el mundo es de origen fósil es simplemente incompatible con atajar el cambio climático.

En este nuevo modelo, las energías renovables deberán jugar el papel central. Energía solar, eólica y biocombustibles conforman una alternativa viable y ya disponible a nivel comercial en la actualidad. El hidrógeno como vector energético podrá jugar igualmente un papel importante a medio plazo.

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La radiación solar sobre la tierra es del orden de diez mil veces el consumo actual de energía. Es pues la radiación del sol una fuente que puede satisfacer nuestras necesidades siempre que seamos capaces de aprovecharlo en una mínima proporción. En el momento presente, los costes de producir energía eléctrica de origen fotovoltaico o termosolar comienzan a estar cerca de los de producirla con combustibles fósiles. Un desarrollo y despliegue generalizado de este tipo de energía acompañado de la internalización de los costos de emisiones asociados a las energías fósiles haría de forma casi inmediata, que la energía solar, no sólo fuera medioambientalmente rentable, sino también económicamente rentable frente a las de origen fósil. La energía termosolar permite además sistemas de almacenamiento térmico que la hacen que sea más fácil gestionar su integración a la red eléctrica.

Por su parte, la energía eólica es igualmente una fuente de energía que de una manera limitada pero significativa puede contribuir a un mix, total o fundamentalmente, renovable.

En el sector del transporte, causante de aproximadamente una cuarta parte de las emisiones de GEI, son necesarias fuentes de energía transportables. El uso de baterías presenta importantes limitaciones en autonomía, prestaciones y precios. En este campo, los biocombustibles son una solución disponible en el día de hoy para que usando automóviles híbridos o con motor de combustión interna convencional puedan reducirse muy significativamente las emisiones. En el caso de automóviles híbridos alimentados con E85 (85% bioetanol, 15% gasolina) de calidad ambiental media, la reducción de emisiones sería mayor que para coches eléctricos de igual potencia alimentados con el mix eléctrico europeo. El uso de biocombustibles permite mantener las prestaciones de todo tipo de los vehículos actuales, mantiene su autonomía y no requiere ni modificación significativa de la actual red de suministro, ni aumento de costo de los vehículos. En la actualidad se comercializan en distintas partes del mundo tanto vehículos flexi-fuel que funcionan con biocombustible, como biocombustibles que garantizan una reducción de GEI de entre el 35% y el 50%. La generalización de la producción de biocombustibles lignocelulosicos de segunda generación, que se encuentra actualmente en fase de plantas de demostración, permitirá una reducción aún mayor de las emisiones de GEI producida por el transporte.

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El cambio de modelo energético no es sólo una necesidad sino una gran oportunidad para dar un salto en el desarrollo económico, generando riqueza y empleo de una manera medioambiental y socialmente sostenible. Este cambio de modelo no sólo generará desarrollo sino también independencia energética y seguridad en el mundo occidental.

El inventario de emisiones GEI 2009 realizado en todas las sociedades y grupos de negocio de Abengoa constituye una radiografía completa de sus actividades y de su compromiso con la preservación del clima.

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Para el cálculo de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) se han tenido en cuenta las emisiones directas de todas las fuentes poseídas por Abengoa (combustión, proceso, transporte y emisiones fugitivas), las emisiones indirectas procedentes de la energía eléctrica, térmica o vapor adquirido, y las emisiones indirectas procedente de los viajes de trabajo, desplazamientos al trabajo, pérdidas en la distribución y transporte de la energía eléctrica y emisiones en la cadena de valor de los combustibles consumidos para la generación de la energía eléctrica adquirida. Igualmente, se reportan separadas de las anteriores, las emisiones correspondientes a la biomasa procedentes de la combustión o de procesos.

El cálculo de las emisiones se ha realizado siguiendo las metodologías del IPCC y GHG Protocol, utilizando, cuando ha sido posible, factores de emisión específicos de los combustibles; en otros casos, valores de los inventarios nacionales de GEI de los países en los que se desarrollan nuestras actividades y, en último caso, valores genéricos publicados por el IPCC.

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El incremento de las emisiones en 2008 corresponde al mayor número de sociedades incluidas en el perímetro de consolidación y a la implantación de metodologías de cálculo de las emisiones.

Para Abengoa, el inventario de emisiones de gases de efecto invernadero es un instrumento completo y maduro para garantizar su responsabilidad frente al cambio climático.

Frente a otras técnicas de análisis de huella de alcance local, la contabilidad completa de las emisiones compromete a todas las sociedades de Abengoa, en todas las geografías, incorporando en la determinación de emisiones la cadena de valor de los suministros.

La medición de emisiones en el inventario de Abengoa tiene ventajas comparativas sobre otros instrumentos: es completo, tanto en su perímetro de consolidación, como en los alcances; es verificable tanto internamente como externamente; constituye un modelo global en el que fundamentar objetivos de reducción, y compromete a los proveedores en las políticas de preservación del clima.

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En 2007 y 2008 no se registraron, a través de los canales de información de Abengoa, emisiones significativas de sustancias reductoras de la capa de ozono derivadas de su actividad.

A continuación se detallan las emisiones registradas durante el 2009

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Las emisiones de GEI son producidas por el consumo de combustibles fósiles y no se pueden reducir de forma significativa sin un cambio en el modelo energético que da lugar a estas emisiones